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Hoy, leyendo la prensa, se confirmaron las sospechas que los submarinistas venimos comprobando en nuestras carnes. Que la presión que se ejerce desde la vigilancia es prioritariamente al deportista de la boya, después al del pedreru, al cañista, a las embarcaciones deportivas pequeñas, si les queda tiempo a los yates y a los profesionales… miran para otro lado.

cursillo24.JPGA este pesquín, casi fijo le piden documentación, el seguro, le pesan el pescado, lo miden y le denuncian por no estar a 500 m. de la playa o por llevar el pescado «colgado de la boya».

Resulta que el Tribunal de la Unión Europea condena a España por no controlar la pesca ilegal, dicen los titulares. Aunque centra comentarios sobre inspecciones en la Junta de Andalucía y entre los años 2000 a 2005, pensamos que sucede igual en cualquier comunidad autónoma, pero aunque también pueda referirse al control de aguas exteriores cuya responsabilidad es del Ministerio del Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, MARM anteriormente  MAPA, con la vigilancia de aguas interiores sucede más de lo mismo: al pescador profesional, lejos de educarles para el futuro, controlar su trabajo extractivo, adecuar las capturas con el mercado para que pueda ser mínimamente rentable, opta por dejar que se agoten los caladeros y a perseguir deportivos que son menos combativos. Los profesionales, sin embargo son belicosos y además están bien atrincherados en las cofradías.

Pues nada, pagaremos entre todos esas sanciones económicas y lo que haga falta, subvención para el gasoil, nuevas artes más eficaces, mejores barcos, incluso pagaremos sus nómimas para se tomen unas vacaciones, llamadas «paros biológicos».

Entretanto, vigilantes de la consejería, del seprona, de las cofradías, de los ayuntamientos cercanos, de vigilancia aduanera, de la policía militar, capitanía marítima por pescar en las escolleras de los puertos, todos se convierten en VIGILANTES DE LA BOYA.

C.H.

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