Constancio

Avelino y yo quedábamos a las 7,45 en Gijón, para tomar el cafetín en El Pontico, donde nos veríamos con Tony, nuestro patrón esta vez a las 8 a.m.

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Después, los tres salimos pitando donde «el pescaderu» tiene su embarcación Narwhal 4,80, en San Esteban de Pravia. No tengo fotos de la llegada, algo antes de las 9 porque el frío era relativo, marcaba cero grados, o sea el tópico «ni frío ni calor». Quitar el toldo, meter los bártulos del coche a la lancha, enganchar para la maniobra de la rampa… era ir perdiendo el calor acumulado en el coche y por el cafetín. Ya no pude hacer fotos por el frío reinante.

Para no perder ni más tiempo ni más temperatura nos cambiados rápidito rapidito, y pescar pronto que había prisa para el patrón hoy.

Con el agua jabonosa, muy caliente, no se ellos, pero yo, NO SENTIA LAS MANOS, no sabía dónde meterlas, nunca me había pasado, a punto estuve de quitar los guantes y mearlas, pero por no parar y coger frío en la tripita, seguimos hasta Las Colinas, frente al espigón de Cudillero. Allí los 11º C. del agua, me metieron el calor de nuevo al cuerpo… qué alivio, el agua a esta temperatura me calentaba manos sobre todo, pero las olas llenaban con su espuma blanca todas las piedras donde pensábamos nos encontraríamos con las lubinas que venimos persiguiendo desde hace días y por varias playas. Solo un disparo a una loba, pero de boca pequeña fué mi botín. Varios revolcones con las turbulencias y «todo blanco» nos hicieron desistir para buscar aguas algo más tranquilas.

Después nos tiramos los tres en los bajos cercanos a la Concha de Artedo, allí ya hicimos piezas los tres, pero solo Avelino se encontró con la hermosa y digna lubina. El resto sacamos unos buenos sargos. Levantamos y paramos en otra zona próxima y nos empeñamos de nuevo en dar con «el filón» pero no encontramos ni oricios.

Algo pasaba, la mar demasiado fuerte para aproximarse a la rompiente, los huecos del fondo siempre vacíos, la poca bisibilidad hacía que con las prisas que nos metía el patrón que trabajaba de tarde, las esperas no llegásemos ni a los tres minutos para hacerlo todo más rápido.

Finalmente se tocaron también los bloques de S. Juan de la Arena, a la desembocadura de la ría del Nalón, pero más de lo mismo oscuridad y mucha fuerza de las olas que ni dejaban arrimarse a la escollera, dando por concluida la pesca por hoy.

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Ya con el sol brillando sobre la una, apetece ducharse un poco.

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Escamado y limpio el pescado, endulzar todo y recoger.

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Enseñar el cupo para la posteridad y otro día, más (o menos).

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El caso es que aún hubo tiempo para tomar un vinín allí en San Esteban brindando por la bonita jornada.

Nota: en el calderu quedaba más pescado pero menos «atractivo» para salir en la foto aunque rico, rico.