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«LOS FURTIVOS DEBEN SABER QUE ACTUAR AQUÍ LES VA A RESULTAR MUY INCÓMODO», ADVIERTE VIZCAÍNO

El director general de Pesca apunta a la ejemplaridad que se persigue con las multas a la pesca ilegal de percebe tras los últimos decomisos.

GIJÓN, 14 agosto 2014 – El Gobierno regional quiere ser duro con las sanciones a la pesca furtiva para evitar que Asturias se convierta en un paraíso para esa actividad que «compite doblemente con quienes respetan las normas: primero, porque reducen el stock y, después, porque malvenden, de forma que distorsionan los mercados», según manifestó ayer a EL COMERCIO el director general de Pesca Marítima, Alberto Vizcaíno, tras los últimos decomisos de percebe que ha desvelado la Guardia Civil.

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La estrecha ley que nos vigila.

«Quien vulnera la legalidad debe saber que se arriesga a volver desnudo para casa», añadió Vizcaíno, porque no sólo se decomisa la mercancía, sino también los trajes de neopreno, las herramientas utilizadas, las embarcaciones y, en su caso, hasta los vehículos.

La principal preocupación -que motivó el pasado mes de julio una reunión de los cuatro colectivos implicados en la vigilancia de las aguas asturianas: guardapescas (aproximadamente una veintena vinculados a los planes de explotación del percebe que existen en la mitad occidental de la costa asturiana), vigilantes del Principado (una docena), Seprona y Servicio Marítimo de la Guardia Civil- se refiere a la pesca ilegal de quienes carecen de licencia profesional, pero tienen una organización y dedicación propias de un negocio.

Con esas características, prácticamente todo el furtivismo está orientado al percebe, ya que se trata de un producto bien localizado y de alto valor en el mercado. Menos preocupante, aunque también perseguible y perseguido, es el caso del pescador deportivo que ocasionalmente se extralimita y captura un centollo, por ejemplo, que ve mientras bucea. Utilizar nasas, que sería la forma de capturar ese tipo de marisco en cantidades adecuadas para su comercialización rentable, no es habitual entre los furtivos, porque sería demasiado arriesgado, de forma que su actividad se limita, prácticamente, a los percebes.

Cuantificar las sanciones, en todo caso, no es sencillo. Los decomisos de los que informó el pasado martes la Guardia Civil tienen aún el expediente abierto y no se ha formulado todavía una propuesta de multa. Aunque se trata de furtivos procedentes de Cantabria, Vizcaíno no da mayor importancia a ese dato. «También hay furtivos autóctonos -dice- y lo que tenemos que conseguir es que unos y otros sepan que actuar en Asturias les va a resultar muy incómodo».

Uno de los últimos antecedentes puede resultar significativo de lo que cuesta pescar ilegalmente percebe. El ejemplo aportado por la Dirección General de Pesca Marítima se refiere a un decomiso de 32 kilos en la zona oriental de Asturias (no sujeta a planes de explotación), que deparó una multa de 2.400 euros, además de la pérdida del traje y la embarcación.

A un profesional, faenar en periodo de veda le supone, independientemente de la cantidad de percebe capturada, un mínimo de 600 euros. Los profesionales que no cumplen las normas pueden ser sancionados, además, con la retirada, provisional o definitiva, de su licencia, y por cada kilo ilegal se establece también una multa que suele ser equivalente al precio que el producto alcanzaría en el mercado legal.

Alberto Vizcaíno indicó, también, que para evitar agravantes por reincidencia, cuando los furtivos no son pillados in fraganti, suele responsabilizarse de la falta, y, por lo tanto, de la multa, el que tiene menos antecedentes, sin perjuicio de que entre sí puedan pagar a escote.

Respecto a dónde acaba la pesca decomisada, la respuesta es clara: «En el asilo más próximo o en el Banco de alimentos». El Comercio