Constancio

Creo que realmente el problema de fondo es la incapacidad de técnicos y políticos para solucionar los problemas de la pesca industrial.

La gran mayoría de pescadores deportivos de Asturias, como sucede en otras comunidades, lamentamos las prohibiciones y restricciones a las que nos someten nuestros políticos, que solo vienen a enmascarar el verdadero problema con el que se enfrentan el sector pesquero profesional, que no es solamente la disminución de los recursos, de sobra conocido, sino la imposibilidad de evitar el colapso de esta actividad económica.

Tales medidas tan solo sirven para distraer la opinión pública con actuaciones engañosas que en nada servirán para solucionar los problemas reales.

La política pesquera común ha fracasado rotundamente, como declaró hace un tiempo el Gobierno gallego. El actual sistema de cuotas, lo único que consigue es aumentar los descastes (peces que no dan la talla o exceden del cupo).

Tan solo el descaste de un buque arrastrero, supera con creces toda la pesca deportiva anual. Los datos publicados hablan de 22.000 Tm. de pesca profesional, en Asturias cuando la deportiva no llegará a las 100 Tm. anuales. Los profesionales también en el Principado son unos 900 personas mientras que los deportivos seremos unos 25.000 licencias, aparte las de río, contabilizadas aparte por pertenecer a otra consejería.

La inoperancia de nuestras autoridades pesqueras regionales, en cuanto a acuicultura, es otra de las causas que obliga a esta Administración a intentar medidas espectaculares, subvenciones millonarias (para barcos, mejor dotados, con más artes, gasoil) o soluciones milagrosas, (recortar al sector deportivo las capturas para que, teóricamente, pudieran aumentar las de los profesionales).

Una adecuada política pesquera supondría un aumento de la producción equivalente al menos a un 50% del total de ventas asturianas unos 36.000 euros. Esto no lo digo yo, lo dice en un informe publicado en la prensa regional el prestigioso biólogo marino asturiano Juan Luis Domenech, amigo personal que ha venido varias veces al club para ilustrarnos con sus muchos conocimientos, 

autor de varias obras y experto en acuicultura ha publicado entre otros muchos trabajos de investigación y desarrollo de la dorada, rodaballo y otras especies de nuestras costas, así como un plan de pesca sostenible adaptado a la región asturiana. “Hasta 10.000 empleos en pesca” y “La investigación pesquera” fueron alguno de los títulos publicados. Escribe sobre la recuperación de especies, sobre empleos estimados en pesca y sobre los planes necesarios, técnicas de reproducción en el mar (que para muchos ingenuos aún son ciencia ficción) existentes en otras regiones y países desde hace muchos años. Lamenta como van disminuyendo las toneladas de capturas como la del pixín (rape) y otras hasta casi la extinción, como el besugo. La merluza sigue la misma suerte, así como los mariscos.

Tanto el Sr. Doménech como otros científicos ( y cualquier persona con sentido común) aseguran que la pesca deportiva, tanto la de caña como con un fusil submarino es lo suficientemente selectiva como para garantizar determinados tamaños y especies capturadas, en ningún caso comparable a la mayor parte de las artes consideradas profesionales, cuyo grado de selectividad es mínimo.

En los pocos días que se puede practicar la pesca deportiva que depende del tiempo de ocio, por supuesto del estado del mar, está claramente comprobado que llegar a capturar un solo pez, nos sale muy caro, de ahí precisamente lo provocador: gasto por desplazamiento, gasolina, equipo necesario, caña o arpón, carretes, ropa, embarcaciones, tasas correspondientes, seguros y un largo etc. De estos capítulos vivimos algunos profesionales, fabricantes de embarcaciones y equipos electrónicos, los que fabrican los materiales de pesca, transportistas, hostelería en los desplazamientos, comercios del ramo, federaciones y otros.

Con restricciones a los submarinistas como impedir la pesca del pulpo solo en Asturias, o reprimir la pesca entre semana, como pasó en Galicia solo a los submarinistas, no es bueno para el libre ocio de los deportistas ni para el sector ni para la población que necesita de este recreo, tanto física como psicológicamente, como promueve la Carta Europea del Litoral.