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Entre otras curiosidades, cabe interpretar que en Cataluña dejan capturar al deportivo unos 10/15 kilos y BUCEANDO… que es lo que hemos pretendido siempre aquí, porqué ha de ser coger el oricio que no da la talla o meter la mano en la cueva sin saber lo que hay dentro?

25/03/2013 – Sant Feliu de Guíxols (Girona), 25 mar (EFE).- Los Mossos d’Esquadra luchan contra la pesca furtiva de erizos de mar en la Costa Brava, que se venden luego a restaurantes de la zona, práctica que se ha multiplicado por la crisis económica, según ha relatado a EFE tanto los policías como quienes se dedican a este negocio de forma legal.

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Los agentes, en ocasiones acompañados por inspectores del Departamento de Agricultura, Alimentación y Acción Rural de la Generalitat, recorren la línea marítima desde tierra para avistar a submarinistas que presumiblemente extraen del agua este material gastronómico muy apreciado en la cocina catalana.

La boya inflable de la que se cuelgan los sacos para depositar erizos durante una inmersión de este tipo es el principal indicador de una posible práctica de pesca furtiva para los Mossos d’Esquadra.

Los policías esperan la salida del agua del submarinista y, entonces, le reclaman la pertinente licencia, que puede ser profesional o recreativa.

En el primero de los casos, el pescador de erizos está habilitado para extraer hasta 150 kilos de este producto al día, mientras que en el segundo el límite es de 150 erizos.

Las condiciones son que el submarinista trabaje siempre en apnea, con lo que está prohibido el uso de botellas de oxígeno, y que nunca pase de los diez metros de profundidad.

Una vez fuera del agua, estos mariscadores deben dirigirse a un centro de expedición autorizado, donde sus responsables pesan el material y le otorgan un sello que certifica la legalidad de su captura.

Los Mossos d’Esquadra, además de supervisar todo este proceso durante la campaña de este producto, que va del 1 de octubre al 31 de marzo, inspeccionan en ocasiones restaurantes de la Costa Brava para comprobar que lo que venden no procede de furtivos.

Uno de estos submarinistas con licencia profesional es Daniel Núñez, que trabaja en la zona de Sant Feliu de Guíxols y que estos días ha recibido la visita de los agentes, acompañados de inspectores del Departamento de Agricultura, Alimentación y Acción Rural.

Núñez ha explicado a EFE que la crisis ha provocado que «mucha gente que sabe sumergirse, consciente de que este negocio es muy rentable, sale si se ha quedado sin trabajo».

«Nos hacen mucho daño y, cuantos más decomisos y controles haya, más venta para nosotros, algo que se nota directamente», ha señalado este mariscador, quien considera que «los furtivos practican una competencia desleal».

Daniel Núñez culpa en buena parte a los locales que adquieren ese material ilegal y recuerda que quienes capturan erizos sin licencia «no pagan autónomos ni pertenecen a una cofradía de pescadores».

Núñez subraya que esas dos condiciones son obligatorias para los mariscadores legales que, además, están limitados a trabajar en un espacio concreto que, en su caso, va de Platja d’Aro a Sant Feliu de Guíxols.

Daniel Núñez señala que los principales clientes son los establecimientos que participan en la campaña gastronómica del erizo de mar en Calella de Palafrugell, seguidos de las pescaderías, alguna conservera y particulares.

«El consumidor final, en una zona de tradición como ésta, nos llama directamente y le hace ilusión saber que el material acaba de ser capturado», indica este mariscador, a quien no le preocupa la regeneración de la especie, «porque no hay problema en ese sentido».

Dos de los Mossos d’Esquadra que realizan el trabajo de controlar la buena práctica de quienes extraen este producto del mar son los agentes Miquel y Eduard, que recientemente denunciaron a un submarinista que había superado el peso permitido y a otro que actuaba sin licencia.

El primero de estos policías ha confirmado a EFE que la zona en la que principalmente se lleva a cabo esta práctica de pesca es la del Alt y Baix Empordà.

Este agente puntualiza que, tras poner una denuncia, la captura se devuelve al mar y defiende que el erizo es un «bioindicador» importante, «porque su presencia demuestra que las aguas son limpias».

Su compañero precisa que la multa mínima por este tipo de actividad ilícita es de 1.500 euros y que «los jueves, viernes y fin de semana es cuando hay más movimiento de este tipo». El Economista

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