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ODYSSEY SE HUNDE EN BOLSA TRAS DARLE EL JUEZ DIEZ DÍAS PARA DEVOLVER SU TESORO A ESPAÑA
Nadie espera que el veredicto final se aparte de los razonamientos del juez norteamericano Mark Pizzo.

¿Dónde están los caza tesoros de Odyssey Marine Exploration ahora? Pues más en el fondo del mar que nunca después de que un juez de Tampa, Florida, les haya dado diez días para devolver a España la millonaria carga sustraída de los restos del barco que ellos llaman Black Swan pero que ya es oficial que es y siempre ha sido la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes, hundido en 1804 en acto de combate contra la flota inglesa. Horas después de conocerse la noticia las acciones de la compañía se desplomaban hasta un 64 por ciento en el índice Nasdaq, y seguían bajando ante la cara de pasmo y de horror de sus responsables, que dicen que van a apelar.

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¿Se esperaba Odyssey que un juez norteamericano, Mark Pizzo, fuera tan concluyente a favor del Gobierno español? Probablemente no, y menos en estos términos. Porque Pizzo no se limita a dar la razón a España en su reclamación del tesoro birlado de sus propios buques, sino que la emprende frontalmente con el peculiar concepto de arqueología sin normas y sin fronteras que Odyssey vende a sus inversores. El juez no ha tragado con el truco de despistar sobre la identificación del pecio y luego registrar unilateralmente la propiedad de su carga. Tampoco con la filosofía de Odyssey de que esto es un servicio privado para suplir lo que los gobiernos no hacen, como en múltiples declaraciones y entrevistas afirma el CEO de la compañía, Gregg Stem.

Piratas, abstenerse.
Tal y como el juez lo ve, lo que ha hecho Odyssey es como si hubieran encontrado los restos del funesto vuelo 447 de Air France y se hubieran quedado los relojes y los móviles de todo el mundo que viajaba a bordo. Con el agravante de que lo que se ha saqueado aquí es una memoria histórica cien veces multiplicada. «El lugar en el que descansan todos los que perecieron en la nave aquel aciago día ha permanecido intacto durante siglos hasta hace poco. La ley internacional reconoce la solemnidad de su memoria y la soberanía de España para preservarla», escribe el juez en sus conclusiones, adelantadas por ABC. Y avisando a todos los navegantes de que lo que vale para la Armada española vale también para la US NAVY. Piratas, abstenerse; inversores, pensárselo mejor.

Aunque el juez Pizzo no tiene la última palabra sobre el caso, la claridad y la contundencia con que ha dado la razón a España en esta ocasión deja poco margen para un vuelco. Nadie espera que el veredicto final se aparte de sus razonamientos, aunque desde Odyssey se ha anunciado la puntual presentación de un recurso.
¿Se esperaba Odyssey que un juez norteamericano, Mark Pizzo, fuera tan concluyente a favor del Gobierno español? Probablemente no, y menos en estos términos.

Bien es verdad que se ha hecho sin dar demasiados argumentos. Gregg Stem se limitó a manifestar su sorpresa y su esperanza de que los tribunales acaben considerando la «debilidad» de la reclamación española, mientras otra representante de la compañía, Melinda MacConnel, ha aludido a la existencia de muchos intereses aún en disputa. MacConnel llegó a aventurar la posibilidad de que los descendientes de los muertos en el galeón que se reclaman herederos se unan a Odyssey y contra el Gobierno español. Pero esa vía parece improbable desde el momento en que el Gobierno español ya indemnizó a todos los propietarios con derechos demostrables.

El juez ha dado a Odyssey diez días para devolver las 594.000 monedas de oro y de plata sustraídas del pecio o a llegar a un acuerdo para su entrega. Es presumible que el recurso anunciado por la empresa busque paralizar esta devolución o por lo menos ganar tiempo. Lo que no consigue de momento es frenar su hundimiento en Bolsa, más a plomo que si el mismísimo almirante Nelson les bombardeara.

abc.es

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