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A primera hora de la mañana, navegando de Gijón hacia el este, con la mar totalmente en calma, como una balsa de aceite, que suele decirse , veíamos infinidad de muilotes por la superficie, saltando al acercarse la embarcación, pero muchos más de lo que puede ser habitual, lo que nos hacía pensar que estaría lleno de peces por todos lados. Lo confirmaba además cuando vimos como unos brillos especiales en el agua, incluso saltar algo fuera de la superficie, suavemente nos acercamos, comprobamos que era «el cebo» esos pececillos que en grandes banco son acosados por lubinas y otros predadores como abadejos, depende de la profundidad, pero esto estaban en superficie pero millones. Rápidamente saltamos al agua Avelino, Juan Felipe con fusiles y yo con la máquina de grabar.

Qué pasó, que entre tirar el fondeo, saltar los tres al agua, solo pudieron pegar un tiro, pero eso sí, efectivo, despues los enormes bancos de cebo nos lo agradecieron, supongo y las furagañas desaparecieron por temor a ser ellas las que fueran comidas.

Poco más se pescó después de esta agradable experiencia, salvo un dolor gordo en el dedo al fallar el obús de la muesca y confiarse que estaba bien sujeto… gajes de este deporte…

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