Hoy, ya en Gijón tocaba botar la lancha por El Musel y dejarla de nuevo en el pantalán de Marina Yates. Aunque madrugamos, llegamos al agua con pleno nordeste. No sabemos de dónde sale tanto viento. ¡Qué pesadez!
Agua templada, pero con bastante turbiedad para mi gusto (adecuado para otros). Lo mismo que, a decir de algunos, había mucho pescado y, para otros, como yo, muy poco. Debe ser que no doy tiempo a las piezas a que se acerquen, cuando hago un acecho, o espera, como decimos por aquí. Menos mal que, en el agujero, encuentro algún sargo y ahí aguanta más que cuando pegan la espantada cuando vuelan por fuera.
Y esta noche, los famosos fuegos artificiales. Media hora de chiribitas sonoras y multicolores.
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