De nuevo salíamos a las 9,30 de la madrugada cuando el día aún no había aparecido y apena llegaba a alumbrarnos en su esplendor. AL poco unos primeros rayos de sol nos indicaba donde sería mejor echarnos al agua.
Una ligera grisa y unas buenas olas de fondo, impedían que nos tirásemos al agua donde nos apetecía y nos obligó a buscar refugio y en zonas más tranquilas.
Con los primeros peces a bordo, acudieron las moscas, algo un tanto extraño, pero lo dimos como una buena señal.
Podemos decir también que los «segundos peces» no llegaron. Día flojo de pesca, pero mejor esto que nada.
Un buen dato se puede apuntar, que vimos unos cuantos dentones pequeñitos, del tamaño de una mano. En unos años, los tendremos tomándonos el pelo guardando la distancia suficiente para no dejarse pillar. Esto es lo divertido.
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