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La noticia del Observatorio de Vuelos señala que el 62 % de los pasajeros de aviones, ante los controles de registro de los líquidos en el equipaje de mano, los cacheos por parte de personal de vigilancia, la obligación de descalzarse tras pasar los arcos de seguridad son los momentos más desagradables para los usuarios, hace que la mayoría tengamos este llamado síndrome del delincuente, vigilados por todos los rincones con las cámaras de vigilancia, como si estuviéramos en un reality show televisivo.

Puede ocurrir otro tanto cuando un agente de la Guardia Civil o Policía Municipal nos detiene por cualquier motivo o control, nos esforzamos para poner nuestra mejor cara, la de no haber roto un plato.

La información que nos llega por parte de algunos pescadores submarinos de la zona del occidente asturiano,  que son realmente sorprendidos por una embarcación semirrígida  que  llega a toda velocidad hasta la misma boya, cogiéndola sin importarles la seguridad del pescador. Llegando el caso de poner sus vidas en peligro al quedar la cabeza bajo la proa  de la embarcación. Todo ello para sorprender y comprobar si falta un centímetro en alguna pieza o sobran un par de kilos de los 5 permitidos, o tal vez si han pillado una especie no autorizada en estas aguas, como el pulpo o jibia, mientras que unos kilómetros más allá en las comunidades vecinas si están permitidas y los controles no son tan severos a los deportivos.

Lo que se denuncia desde aquí, (mejor hacerlo en la Capitanía Marítima ) es que no se puede poner en peligro la seguridad por sospechar que todo submarinista es un furtivo. Luego nos entrará el síndrome del delincuente. No nos pueden tratar así. Sigo animando a denunciar al denunciante en estos casos y que escarmienten.

Vigilar si, controlar las capturas, por supuesto, pero a todos, deportivos y profesionales con ánimo de lucro.

Creo sinceramente que tirarse horas de espera, viendo las contínuas inmersiones a un buceador de apnea y que finalmente salga solo con su boya y máquina de fotos, pero no encontrar ni fusil ni capturas, tiene que resultar bastante frustrante para dos «Agentes de Vigilancia Pesquera» y hasta que no se desprendió del neopreno, revisaron licencias??, miraron el maletero, etc., y enseñó fotos de la familia … pienso que ni así dejó de ser sospechoso, debieron pensar que el «fotosub» les había engañado esta vez.

Ésto, no hace más que contribuir a sentirnos verdaderos delincuentes y aleja nuestra visión de lo que debería ser una buena vigilancia y control sobre la pesca marítima responsable.

¿Terminaremos como en los aeropuertos?

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