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4 nov 2020 08:11 GMT /CIENTÍFICOS BRINDAN NUEVAS RESPUESTAS A ESTA INTERROGANTE. Las extremidades de los pulpos son órganos únicos que cuentan con más de 200 ventosas que pueden sentir, saborear y oler el medio que les rodea, asimismo, son capaces de girar y moverse en un número casi ilimitado de formas.

Imagen Tobías Schwartz

Debido a la gran versatilidad de funciones que pueden desarrollar los brazos de los pulpos, la manera en la que estos animales son capaces de controlar cada una de sus ocho extremidades ha sido un misterio para la ciencia. Incluso, se ha propuesto que cada uno de ellos posee un cerebro propio; sin embargo, un nuevo estudio realizado por un grupo internacional de investigadores ha descartado esta posibilidad y ha logrado identificar la forma en que lo logran.

«Los brazos de los pulpos son completamente únicos. En primer lugar, hay ocho, cada uno con más de 200 ventosas que pueden sentir, saborear y oler los alrededores […] y pueden girar en un número casi ilimitado de formas», explicó Tamar Gutnick, coautor de la investigación.

A pesar de que se ha llegado a pensar que «los pulpos son criaturas de nueve cerebros, con un cerebro central y ocho cerebros más pequeños en cada brazo» —comentó Gutnik— los resultados de la investigación publicada recientemente en Current Biology, demuestran que las extremidades de estos cefalópodos no son completamente independientes del cerebro, al contrario, están más conectadas de lo que se pensaba.

Do octopuses’ arms have a mind of their own? Many scientists believed so, but former OIST researcher, Dr. Gutnick, has published a study in @CurrentBiology suggesting that an octopus’ arms and brain are more connected than previously known. Read more here: https://t.co/JrV6qRF0bmpic.twitter.com/tNlGbskUJW — OIST (@OISTedu) October 30, 2020

Durante el estudio, los científicos desarrollaron dos experimentos con los que pusieron a prueba la capacidad de estos apéndices para proporcionar al cerebro dos tipos diferentes de información sensorial: la propiocepción (la capacidad de percibir dónde está un miembro y cómo se mueve) y la información táctil (la capacidad de sentir la textura).

Para la primera prueba, los académicos construyeron un laberinto opaco en forma de ‘Y’ y entrenaron a seis pulpos comunes del Mediterráneo para que asociaran el camino derecho o el izquierdo con una recompensa alimenticia. Al final, cinco de los seis aprendieron la dirección correcta para empujar o desenrollar su extremidad a través del laberinto para obtener la comida.

Video:  https://player.vimeo.com/video/473324824

Estos resultados, detalló Gutnik, demuestran que «los pulpos tienen claramente algún sentido de lo que hace su brazo, porque aprenden a repetir la dirección del movimiento que dio lugar a una recompensa», lo que indica que existe un sentido de «automovimiento de los brazos que está disponible para el cerebro central», agregó.

El segundo experimento consistió en un laberinto similar, con la particularidad de que cada tubo lateral de la ‘Y’ poseía una textura diferente. Tras varias pruebas, cinco de los seis pulpos fueron capaces de navegar con éxito por el laberinto, independientemente de si la textura que los llevaría a la recompensa alimenticia se encontraba en el lado izquierdo o derecho, demostrando que habían aprendido qué textura era la correcta.

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Publicado: 19 sep. 2017 16:44 GMT – El estudio llevado a cabo por biólogos internacionales refuerza la idea de que estos pulpos, que suelen llevar una vida solitaria, pueden reunirse y socializar en unas condiciones determinadas. Los expertos los describen como «ingenieros ambientales».

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La especie Octopus Tetricus. John Turnbull / CC BY-NC-SA 2.0

Aunque los pulpos de la especie Octopus tetricus han gozado de la reputación de tratarse de criaturas solitarias, un grupo de científicos internacionales ha hallado un grupo de cefalópodos que realizaba comunicaciones tanto directas como indirectas.

Entre ellas, por ejemplo, desalojar de sus guaridas a otros moluscos o perseguirlos, hacer ‘poses’ o mutar de color.

El estudio de los especialistas sobre los cefalópodos, publicado en la revista ‘Marine and Freshwater Behavior and Physiology’, revela que los sorprendentes ejemplares marinos han sido encontrados en las aguas de la bahía de Jervis en la costa sur de Nueva Gales del Sur (Australia). Allí hallaron una quincena de ‘pulpos amigos’.

El hallazgo refuerza la idea de que estos pulpos pueden reunirse y socializar en unas determinadas condiciones

El equipo de biólogos marinos, liderado por el profesor David Scheel de la Universidad del Pacífico de Alaska (EE.UU.), filmó a las criaturas.

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La especie Octopus Tetricus. / John Turnbull / CC BY-NC-SA 2.0

«A menudo estos animales se situaban bastante cerca los unos de los otros, al alcance de la mano», ha indicado la coautora de la investigación, Stephanie Chancellor.

«Al margen de las rocas, los pulpos que habitaban la zona habían acumulado montones de conchas de las criaturas que comían, sobre todo almejas y vieiras», ha explicado Chancellor.

La experta ha agregado que estas pilas de conchas fueron luego usadas «para crear guaridas, haciendo de estos pulpos auténticos ingenieros ambientales«.

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Científicos: los pulpos tienen un ADN «extraterrestre»

Sin embargo, todavía no está claro qué causó la creación de ‘pulpoland’ ni si este tipo de reuniones de cefalópodos son comunes.

Con todo, no es el primer lugar en que se han encontrado ejemplares de Octopus tetricus. Otro grupo de esta especie de pulpos, compuesto por unos 16 miembros, fue descubierto en 2009 cerca de la australiana bahía de Jervis. Entonces una concentración de estos animales marinos así fue considerada una anomalía total.

Los científicos creían que los cefalópodos se reunían allí porque un objeto humano no identificable que se convirtió en un punto central que los pulpos que lo rodearon con guaridas. El objeto desconocido era un solo objeto de unos 30 centímetros de largo, fuertemente incrustado y posiblemente hecho de metal. El sitio está a unos 10 a 15 metros bajo la superficie del agua y tiene unos 18 metros de largo y cuatro metros de ancho. RT