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  • El phubbing consiste en ignorar a quien nos acompaña al prestar más atención al teléfono móvil o a otros dispositivos tecnológicos.
  • Un ‘phubber’ actualiza su estado en las redes sociales o manda mensajes mientras otra persona intenta entablar con él una conversación.

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La tecnología te acerca cada día más a los que tienes lejos, pero, paradójicamente, te aleja al mismo tiempo de los que están a tu lado. Al viajar en el autobús, en el tren, o incluso cuando se está en un restaurante es común ver a gente que aunque está en grupo parece estar más entretenido con lo que ve en su móvil que con lo que se está comentando. ¿Alguna vez has estado charlando con alguien y se ha puesto a «trastear» con su smartphone? O ¿lo has hecho tú? Quizá la conversación no termine de interrumpirse, lo que sí es seguro es que la parte que está intentando ser atendida se sentirá incómoda, o incluso molesta. ¿Las cenas con tu familia, amigos o pareja han pasado de ser entretenidas conversaciones a estar cada uno a lo suyo con su teléfono? No es que no les importe lo que cuentas es culpa del phubbing.

¿Qué es el phubbing?

Esta práctica masiva se inició en el año 2007 con la llegada de los teléfonos inteligentes y la obsesiva necesidad de estar constantemente pegados a él, algo que se convirtió en ‘el pan de cada día’ sin que ni siquiera nos diéramos cuenta.

El término está formado a partir de las palabras inglesas phone y snubbing, y consiste en ignorar a quien nos acompaña al prestar más atención al teléfono móvil o a otros dispositivos tecnológicos. Mientras uno habla el otro revisa el correo, pone la alarma, o incluso habla con una tercera persona por internet. Es, por lo tanto un hábito que aunque socializa (con los que están al otro lado del teléfono) es descortés con respecto a la persona que se encuentra a tan sólo una mesa de distancia, o menos. Esta moda está creciendo rápidamente y pone en peligro no sólo las relaciones humanas, sino también la salud mental y física de los que la practican y ya comienzan a nacer nuevas fobias relacionadas con el uso de estos terminales.

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El phubbing en España

Según el informe La Sociedad e la Información en España, de Fundación Telefónica, la «vida digital» en España crece a un ritmo imparable. El 71,6% de los ciudadanos, 2 puntos más que en 2012, han accedido a internet en los últimos 3 meses. Es decir, cerca de 25 mil españoles de entre 16 y 74 años se conectan a internet, 700.000 más que hace un año. De ellos, 6 de cada 10 participa en redes sociales, 9 de cada 10 en el caso de los jóvenes de 16 a 24 años. La conexión se hace cada vez más fuera de casa, ya que 6 de cada 10 utilizan el smartphone, 3 los ordenadores portátiles, netbooks o tablets, y 1 de cada 10 otros dispositivos. El dato más escandaloso: casi 19 millones de españoles «viven conectados» a internet y consultan el móvil unas 150 veces al día.

¿Eres de los que hacen phubbing?

Teniendo en cuenta estos datos, es lógico ver a mucha gente en la calle o en los restaurantes comiendo relativamente «sola». Lo confirma un estudio de Tuenti Móvil sobre los hábitos de conexión a internet, que indica que el 67% de sus encuestados ha hecho en alguna ocasión phubbing por su teléfono móvil, pero un 13% dice que lo hace siempre. Mientras, sólo un 33,1% afirma que no lo hace nunca porque le parece «de mala educación».

Un vicio que no descansa

Se trata de una adicción que no para ni cuando se duerme, el 81,7% de los encuestados no apaga su smartphone por la noche. Y si durante el descanso del usuario el móvil no se desconecta, tampoco se queda en casa si éste sale. 9 de cada 10 encuestados afirma que no suele salir sin su teléfono inteligente, hasta tal punto que el 56% «vuelve a casa a por el móvil en caso de olvidarlo» aunque un 33% sólo lo hace si espera llamadas o mensajes importantes. La mejor forma de evitar el phubbing: que se agote la batería del dispositivo ya que 7 de cada 10 usuarios no lleva nunca el cargador encima.

El mundo de la tecnología

Un grupo de detractores de esta práctica ofrece datos estadísticos muy llamativos acerca del fenómeno. En un restaurante se pueden apreciar, al menos, 36 casos de phubbing, lo que es igual a pasar 570 días sólo, mientras te encuentras en compañía de otros. Y la información más llamativa: 9 de cada 10 jóvenes prefiere comunicarse por vía de mensajes de texto que hablar cara a cara.

¿Qué hace un «phubber» mientras tú hablas con él?

La mayoría de las personas que practican phubbing se dedican a actualizar su status en las redes sociales mientras se encuentran acompañados, otros mandan mensajes a otra gente ignorando a los que están a unos centímetros de ellos. También los hay que buscan información en internet, juegan, usan las redes o se ríen de una broma que, curiosamente, no es la que les has contado tú, sino alguien al otro lado del teléfono.

La guerra de los anti-phubbing

Este nuevo concepto ya tiene detractores que piden el fin de la práctica, y es que se trata de un fenómeno que puede acabar reduciendo las relaciones sociales debido a que las mina día a día. Por eso, ya han comenzado a tomarse medidas en algunos países, como Estados Unidos, donde:

  • Algunos restaurantes retienen los smartphones de los comensales antes de que entren en el local y se los devuelven a su salida. Otros colocan una «caja de castigo» en las mesas para que se depositen los teléfonos y se pueda conversar mientras se almuerza. Algunos incluso aprovechan para jugar: el primero que coja su teléfono paga la cuenta.
  • El colegio californiano Waldorf School od the Peninsula no permite ningún dispositivo electrónico en sus aulas, ni a los alumnos ni a los profesores. Esta escuela «libre de tecnología» es donde, según dicen, estudian los hijos de ejecutivos de grandes compañías como Google, Apple, eBay o Hewlett-Packard.

Es lógico que a medida que se producen cambios sociológicos, y tecnológicos, los comportamientos humanos se vayan modificando. En España el phubbing todavía no ha hecho que se prohíba usar los smartphones en ningún recinto, sin embargo, si las circunstancias se desarrollan como parece, es posible que deje de ser una idea estrambótica y pase a implantarse en la vida real de los ciudadanos españoles.