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Bruselas / Corresponsal, 29 de abril de 2015 / Reconoce que la pesca artesanal tendrá dificultades para cumplir la norma

Dos años. Es el período de gracia que ha concedido la Eurocámara a la flota europea para adaptarse al nuevo reglamento pesquero que obliga a los buques a almacenar y desembarcar todas sus capturas. La prohibición de los descartes entró en vigor el 1 de enero pasado para las especies pelágicas, pero las sanciones por incumplir la normativa no lo harán hasta el 2017. Una amplia mayoría del Parlamento Europeo lo decidió ayer al votar en el pleno de Estrasburgo a favor del informe sobre descartes del presidente de la comisión de Pesca, el francés Alain Cadec.

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El texto responde a las quejas del sector, que recriminó de forma insistente a las instituciones europeas las prisas con las que elaboraron una política comunitaria de pesca (PCP) extremadamente radical con la cuestión de los descartes sin diseñar herramientas para alcanzar los objetivos en unos plazos razonables y realistas: «El acuerdo que hemos alcanzado ayuda a mitigar algunos de los efectos perniciosos de las nuevas normas para los pescadores», celebró ayer Cadec, quien por contra reconoció que el nuevo reglamento «será difícil de aplicar, especialmente para la pesca artesanal y multiespecie».

Dos años no serán suficientes para conseguir el objetivo de descartes cero: «La aplicación práctica está siendo muy difícil para las pesquerías», alertó la socialista Clara Aguilar, quien también se mostró aliviada por la inclusión de un período de adaptación que «suavizará las dificultades con las que se encontrarán los pescadores en el día a día». Todos los esfuerzos se concentran ahora en mejorar las medidas técnicas para incrementar la selectividad de las artes de pesca.

La Eurocámara acordó introducir más cambios en la propuesta original de la Comisión Europea. Uno de los más importantes para la flota de pequeña escala es que no deberán llevar un registro de capturas de cada especie si no superan los 50 kilos por cada una. Tampoco estarán obligados a almacenar en las embarcaciones por separado el pescado que no alcance la talla reglamentaria. Esas capturas, no obstante, deberán desembarcarse y nunca podrán ser comercializadas para consumo humano, sí para harinas y otros componentes.

Informes anuales

Bruselas deberá informar anualmente al Parlamento Europeo sobre los progresos de cada Estado miembro en la aplicación de la nueva normativa. En esos informes también deberá especificar los problemas que tienen la flota pesquera para adaptarse y el impacto socioeconómico derivado de la prohibición de los descartes. La prohibición de los descartes está ya en vigor en Europa desde el pasado 1 de enero

Luz verde al plan plurianual para el Báltico

La polémica generada en torno al primer plan de gestión plurianual de pesca que aprueba la Unión Europea se cerró ayer en Estrasburgo con el visto bueno de la Eurocámara al programa para la flota del bacalao, espadín y arenque del Báltico.

Nadie duda de los beneficios que traerá la planificación a largo plazo, y no año a año, de la actividad pesquera y de la necesidad de respetar el rendimiento máximo sostenible (RMS) que permita a los pescadores capturar especies sin poner en riesgo los stocks.

Sin embargo, algunas delegaciones en el Consejo, como la española y la francesa, no están de acuerdo con el proceso negociador y temen que este plan pueda sentar un precedente para otros programas plurianuales en áreas de interés económico para sus flotas.

Incluir o no al Parlamento

La ministra española de Agricultura y Pesca, Isabel Tejerina, ya mostró sus reservas en la última reunión que mantuvo en Bruselas con sus homólogos europeos. Entonces aseguró que incluir al Parlamento Europeo en las negociaciones sobre la gestión de los planes añadiría más dificultad de cara a su aprobación y reivindicó el papel del Consejo como la única institución con competencias para sacarlos adelante. Bruselas asegura que no «sentará precedente» y el secretario xeral de la Consellería de Mar, Juan Carlos Maneiro, se muestra confiado: «Hay que hacer un acto de fe», confesó. La Voz de Galicia