El agua sigue calentando y vamos encontrando ese cebo con el que los grandes predadores se lanzan a por ellos. Así vamos viendo alguna furagaña, algún túnido y algún dentón.
No obstante, como terrícolas que somos, salvo que encontremos el pescado encuevado o peces más nobles (más bien confiados) como el sargo real, «pizcuervu», abadejo o salmonete, lo tenemos difícil. A los sargos yo les oigo decir piiii piiiii, como pidiendo paso, y es que salen PITANDO.
Pues eso, que la cosa parece animarse, después de jornadas con mucha flojera de piezas. Lo que seguimos es sin ver esa hermosa pieza, sea lubina, corvina o ese esquivo y gran dentón.
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