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En el año 2007, salimos de la Isla de Trinidad y nos dirigimos hacia el Archipiélago de Los Testigos ya en aguas territoriales venezolanas. Después de dos días, cuando llegamos al fondeo de la isla Testigo Grande, un paraíso tropical se abrió ante nuestra proa.

Fondeamos frente a un pequeño poblado en las aguas mas transparentes que nunca habíamos visto hasta entonces. Después de preparar el bote auxiliar nos fuimos a tierra y conocimos a un pescador local que se llamaba Benjamín. Este estaba sentado a la puerta de su chabola y a la sombra de unos cocoteros… nos observaba desde que habíamos llegado. El Tin Tin porta bandera inglesa y por ello Benjamín desestimó en un primer momento el comunicarse con nosotros al pensar que éramos ingleses. Pero cuando escuchó un ¡hola! se le abrieron los ojos, se levantó y nos dijo: ¿un trago de ron?

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Isla Testigo Grande, Venezuela.

A partir de ahí, y durante los 18 días que estuvimos en Los Testigos, se forjó una profunda y sincera amistad. Nos presentó a todos los habitantes del poblado y un día nos invitó a salir de pesca con él en su embarcación. El tipo de pesca tradicional en Los Testigos es muy artesanal, y le propuse que si podía llevar el equipo de pesca submarina. Le comenté que quería pescar algo grande y él enfiló la proa de su bote hacia una punta donde rompía duramente la mar.

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Isaben y Guillermo con Benjamín, pescador local.

Al llegar me tiré al agua y vi que el fondo se veía correctamente, pero había por lo menos 25 metros y una fuerte corriente. Nadé un poco hacia tierra pero la corriente me empujaba fuera de la zona y el calado aumentó vertiginosamente. Avisé a Benjamín y a Isabel que se encontraban a bordo del bote, me recogieron y me volvieron a dejar de nuevo al otro lado. Intenté nadar hacia tierra y antes de que la corriente me sacase del lugar, vi una enorme grieta cuya parte mas alta estaría sobre los 12 metros y me calé. Cuando llegué al fondo, un grupo de aproximadamente 10 barracudas como la que se ve en la fotografía se acercaron a mi. Nunca había visto semejantes “pepinos” y me entró auténtico miedo al sentirme rodeado de afilados dientes.

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Guillermo a borde del bote de Benjamín.

Ascendí, y mientras lo hacía de nuevo la corriente me separó del lugar hacia aguas demasiado profundas para mi. Benjamín e Isabel ya estaban cerca del lugar, me recogieron, comenté con Benjamín la «batería» de barracudas que había allí y me dijo entre carcajadas que peores eran los toros que se toreaban en España… así que con el fin de dejar el orgullo español bien alto, me llené de valor y de nuevo me encontré en solitario ante los “miuras” de las profundidades. Me calé, bajé silenciosamente y de nuevo al llegar al fondo, observé que de la profunda grieta se acercaban las barracudas como auténticos misiles submarinos. No lo pensé mucho y ya que todas eran similares en tamaño, disparé a la primera que se acercó, lo que si tenía claro es que el tiro debía que ser certero. Y así fue, como se vé en la fotografía. La barracuda salió disparada mientras yo ascendía y liberaba hilo del carrete. Una vez en la superficie fue sencillo hacerme con la pieza, el impacto había sido muy preciso.

4.__La_primera_barracuda.jpg

Echando a bordo la primera barracuda.

Animado por la experiencia y saturado de adrenalina, me animé y capturé otra barracuda mas de similares características. Aquella noche todo el poblado se reunió para festejar la pesca y hubo suficiente comida para todos. Y a la luz de una hoguera, charlamos y reímos hasta altas horas de la madrugada…mientras, el Tin Tin descansaba plácidamente frente a nosotros…

5.__Un_tiro_certero.jpg

Un tiro certero, en lo duro.

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