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Nos visitó en la tienda, un malagueño, José Carlos Zotano, fan de Pepe Viña, para hacerle entrega de un regalo, un detalle especial de su tierra, como agradecimiento a su comportamiento.

Hace unos años, su novia vino a Gijón con un grupo de deportistas y traía un encargo: Que Pepe le firmara unas fotos de José Carlos pescando. Logró el objetivo no sin dificultades porque la tienda ya estaba cerrada aquel sábado y regresaba el domingo, pero un vecino la ayudo.

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Pepe, semanas después además le envió a su casa de Málaga unos posters del Mundial dedicados expresamente y claro, a un chaval de 20 años, que un campeón del mundo le dedicara aquello, fue mucho. Tanto que no lo olvidó. Hoy trabaja como marino en Vigilancia Aduanera y con motivo de unos cursillos en Gijón, en el Centro Jovellanos, se acordó de Pepe y quería testimoniar y agradecerle aquel gesto, por lo que le trajo un presente con todo cariño y un manifiesto escrito que también le haremos llegar lo antes posible.

-Anécdotas de estas hay un montón y aficionados de todos lados. Han pasado a verlo de todo el mundo, Centro América, Sudamérica, Noruega, Australia, etc. quien haya estado cerca de Pepe sabe bien de lo que hablo, por breve que haya sido ese contacto. Recuerdo también una carta que leí en la sección de “cartas al Director” en la prensa regional y que guardo con las revistas del club Apnea:

“Conocer a Pepe Viña.

Sr Director: Ander es un chaval de 14 años. Trabajador y esforzado en los estudios alimenta sus sueños con el mar. Su habitación está repleta de conchas, fósiles y posters submarinos, parece un Acuarium y, cuando dispone de un momento, con su traje de buceo, se viste de tiburón y va al encuentro del sargo, la lubina y el bacalao.

Al terminar el curso llegó a casa con muy buenas calificaciones. Los padres le preguntamos: “¿Cómo te podemos premiar?” Su respuesta nos dejó ante el imposible: “Para mi el mejor regalo sería conocer a Pepe Viña”.

Mi mujer, que es muy osada, localizó al campeón del mundo y concertó una cita en Gijón el pasado fin de semana. Yo con los años me voy volviendo escéptico y daba por seguro un encuentro de cumplido, reducido a un saludo y un poster con autógrafo, así que acompañé a la madre y al hijo con el secreto motivo de no dejarles solos ante lo que suponía que iba a terminar en decepción.

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Llegó Viña puntualmente. Trae a remolque una zodiac. Sale también del coche otra persona. Mi hijo me explica con voz entrecortada: “Ese es Falo, su pareja de buceo”.

Vamos al puerto. Ellos y mi hijo se ponen sus trajes. Se dirigen a “La escollera” (mi hijo no ha estado nunca, pero sabe perfectamente por los vídeos de qué están hablando). Van a pescar “a la espuma” y saltan al agua. Pasan horas. Viña le orienta, corrige la precipitación del niño al disparar, le felicita cuando atrapa un bacalao porque ha aprendido a esperar.

Una experiencia que da argumentos a mi mujer para seguir siendo atrevida, a mi me ha puesto una cura para mi escepticismo, y a mi hijo una marca imborrable, la certeza de que merece la pena perseguir los sueños porque ocurre que se puede hacer realidad.

Habíamos apostado por lo imposible y nos encontramos ahora con lo imposible de agradecer. Pero esta no es una carta de agradecimiento personal a Pepe Viña y a Rafael Puga, eso me toca hacerlo en privado.

Fdo. Andrés Montoya y Lola Herreros (San Sebastián)”

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Dicen que en la medida que nos hacemos mayores, nos volvemos mejores personas, en el caso de Pepe debe ser muy difícil de mejorar. No se trata solamente de pescar mucho… se trata sobre todo de ser un gran tipo.

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