En el artículo de El Comercio de hoy vemos como hay transplantados de órganos que no solo realizan una buena calidad de vida, sino que además son capaces de practicar deportes y con buenos resultados.
Es por eso que nadie estamos libres de ser donantes o receptores. Debemos estar abiertos a las donaciones, ya sean de sangre de órganos o de lo que hiciera falta, pues podría algún familiar cercano podría volver a vivir. Como dice el final del artículo, el alma podría subir al cielo, pero el órganos puede seguir viviendo en otra persona en la tierra.
Qué queréis que os diga… 🙂
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