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Estos orientales…

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MENTIRA, TRADICIÓN Y NEGOCIO ENSANGRENTADO

El adiestrador de los delfines actores de la mítica serie infantil Flipper, Ric O´Barry, contribuyó indirectamente con su trabajo a la proliferación de parques acuáticos por todo el mundo donde ahora se exhibe a cambio de una sardina a cetáceos y otros animales marinos en condiciones inaceptables para deleite de familias ignorantes de su sufrimiento y gran beneficio de los empresarios: la industria recreativa en torno a los delfines genera 2.000 millones de dólares anuales, sólo en EEUU.

Tras una conversión paulina, libra desde hace años una cruzada mundial contra ellos y en defensa de los delfines y es el protagonista o eje narrativo de este espléndido y escalofriante documental sobre una matanza ritual de delfines que cada año se ejecuta clandestinamente en el pueblo japonés de Taiji, cuando estos inteligentes y confiados mamíferos realizan su milenaria migración anual frente a las costas niponas.

Los pescadores de Taiji salen a su paso con barcos, los despistan haciendo ruidos submarinos y los conducen a las calas (cove, en inglés) del pueblo, donde les impiden la salida con redes a la espera de que los ojeadores de los delfinarios, acuarios y parques acuáticos elijan sus ejemplares –por los que se pueden llegar a pagar alrededor de 150.000 dólares- y el resto se sacrifican para consumo a un precio de 600 euros cada uno.

Las autoridades japonesas justifican la caza anual de 23.000 delfines en su territorio alegando que es una tradición, que los pequeños cetáceos no están amenazados y que es para consumo. Y ello a pesar de que la carne de delfín, que a veces se vende camuflada como de ballena, tiene 100 veces más mercurio del permitido.

El documental también pone de manifiesto la estrategia japonesa en la comisión ballenera internacional para acabar con la moratoria de la caza de ballenas, incluyendo en la comisión a países sin apenas industria o tradición pesquera, como ciertos estados africanos o caribeños, en los que construye complejas instalaciones de transformación a cambio de votos favorables. En algunas de ellas lo que realmente hay son granjas de pollos y ni rastro de industria pesquera ni, suponemos, del dinero invertido.

Dirigido por Louie Psihoyos, un reputado fotógrafo y uno de los fundadores de la Sociedad para la Preservación de los Océanos, el documental se gestó tras un congreso de ciencias marinas, en el que Sea World la mayor empresa de parques acuáticos de EEUU y patrocinador del evento, vetó la intervención anunciada de Ric O´Barry. El fotógrafo se quedó intrigado y después de conocer al activista empezaron a planificar la manera de explicar juntos lo que sucede en Taiji.

Para poder grabar la matanza clandestina Psihoyos se rodeó de los mejores especialistas: cámaras y sonidistas submarinos, la varias veces campeona del mundo de apnea, etc., y se planteó el documental como un thriller en el que el equipo de rodaje hubo de sortear infinidad de obstáculos burocráticos, policiales y hasta mafiosos para acceder a las zonas de pesca e instalar secretamente los aparatos de grabación. Actuaron durante varias noches como un comando hasta que consiguieron las imágenes y los sonidos terroríficos para enseñárselos al mundo.

Verdaderamente Taiji parece Twin Peaks o la aldea de Alabama donde sucede La invasión de los ladrones de cuerpos. Nada es lo que parece. Bajo su apariencia de entrañable villa pesquera amante de los animales, con  museo de la ballena incluido y diversas tiendas de souvenires de cetáceos, se esconden los fantasmas de todo un pueblo manchado de sangre por un negocio millonario apoyado sólidamente por varias instancias, que surgen violentamente cuando alguien pregunta más de la cuenta.

Por eso somos firmes partidarios del cine documental como género propio de estos tiempos en los que la verdad se oculta detrás de muchas evidencias. Al usar redes de distribución masivas puede convertirse en un complemento fabuloso de la información tradicional. Tan es así que, lamentablemente, The cove ha sido prohibida en Japón tras presiones de toda índole a la distribuidora que tenía los derechos.

Este documental, ganador de un Oscar en la pasada edición y varios premios del público en distintos festivales, entre ellos Sundance, ha conseguido allí donde se ha exhibido revelar una mentira sangrienta, encubierta por distintas instituciones y poderes fácticos: gobierno japonés, gobierno local, asociaciones de pescadores, industria alimentaria etc., y poner de manifiesto una realidad vergonzosa sostenida desde la moral por una tradición y desde la realidad por el dinero escandaloso que mueve. En Europa sucede alguna salvajada similar en las danesas Islas Feroe y, salvando las distancias, alguien osado podría sugerir que aquí lo hacemos individualmente con otro mamífero.

P.S.: Para quien tenga estómago y tiempo, dejo un vídeo con un resumen de las hazañas de estos homo sapiens cazadores de cetáceos de países como Japón, Dinamarca, Islandia o Rusia. Cuartopoder.es

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