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Sin muchas ganas de navegar, nos dimos cuenta muy pronto que el agua a cierta profundidad estaba fría, por lo que decidimos ir a la orilla, sin ir más allá de la punta Cervigón, al este de Gijón.

No fue mal, pues además de lo pescado, se vieron dentones y ballestas pero con similar comportamiento, la timidez a la hora de acercarse y la huida para salvarse.

Al llegar al pantalán, para el desembarco de equipos y pescado, tres vigilantes de la Dirección General de Pesca vinieron a saludarnos, cumpliendo con su deber, para comprobar el resultado de las capturas y datos de la embarcación. Nos parecieron serios y educados a la vez, con un trato correcto al máximo (como debe ser).

En otras ocasiones he censurado la mala actuación de algún miembro del Seprona, por su falta de respeto hacia nosotros, llegando incluso a tener que denunciarle por su inadecuado comportamiento a sus propios superiores, en el Ministerio, en Madrid. En este caso, solo cabe felicitar a la vigilancia regional por su profesionalidad. (También es verdad que yo iba acompañado por dos agentes de la autoridad, fieles cumplidores de la ley y el orden).

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