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Hoy domingo salimos a la mar pronto, nada más tomar un cafetín con algo sólido, para tomar fuerzas, Roberto, Juan Felipe y yo, confiados que el mar no tuviera el golpe que se dejaba ver ayer tarde, cuando  «vimos los aviones» en la playa.

Bueno, Juan Felipe y yo los vimos desde embarcaciones diferentes, claro.

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La ola de hoy, algo menor, dejaba pescar separado de la orilla, pero conforme iba subiendo la marea, ésta nos parecía que también crecía y se veía estrellarse contra la costa, especialmente de la Tortuga, Gemelas y Merón.

Las ganas de dentones y piezas de buen tamaño, hicieron los tres nos tirásemos rápidamente al agua, cada uno con su boya, pero sin desplazarnos muy lejos de la embarcación, porque pronto empezamos a ver lo que buscábamos.

Hoy vi una escena que solo la veía en esos vídeos, tipo parque protegido, como a unos 8 metros haciendo una buena espera: Comenzaron a llegar algunos dentones, pero como de costumbre guardando la distancia, entonces más me escondía, al poco volvía a mirarles entre una pequeña alga, iban en aumento de cantidad y de tamaño y … » acompañados de hermosas lubinas» todos allí a unos cuántos metros y más de 40 peces… Una escena que me embargó de tal manera que rápidamente pensé que había que subir pronto, pero los muy ladinos, seguían a la distancia la justa pero arrimándose. En momentos echaban carreras entre las lubinas y los dentones. Tenía claro que lo primero que se arrimara… zas. Al fin, se acercó un poquito el más valiente de ellos, y de los más ruinos. Estiro el brazo y tuve suerte con él, pero la escena, valió mucho más que la captura. Los volví a ver en varios puntos más donde nos tiramos, pero ya no me observaron con la misma curiosidad. Esa escena tardaré en olvidarla… La apnea no duró más que 1,10 m. por lo que entiendo que simplemente son ellos los que quieren venir o no, por más que lo intentes, si ellos no quieren… luego Roberto pilló otro y Juan Felipe, que tambien los vió pero no se le pusieron a tiro se ensañaba con unos buenos sargos.

De regreso vimos unas embarcaciones vascas, a la tripulación de una de ellas, les preguntamos si habían venido remando desde Bilbao. Después de un silencio, nos dijeron con cierto tono despectivo que eran donostiarras… ¡pos vale!

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El hecho de haber visto tantos hermosos peces, nos abre la esperanza de volver otro día, una vez hayan engordado algo más y se confíen, porque más tiempo de espera no van a tener. Si quieren dejarse ver, depende de ellos, nosotros cumplimos con no hacer ruidos extraños, camuflarnos al máximo y poner caras de gente inocente …

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